Para pensar

La academia del contador: un romance contable

Por Yair Donovvan Santillán Pérez
Universidad Anáhuac, México Norte

Colegio de Contadores Públicos de México, Gaceta Entre Letras y Números

¡Cánticos de libertad resonaban en las ciudades! Aquellos que alguna vez fueron siervos se reconocían finalmente como hombres libres, recordaban las interminables jornadas en el campo como quien recuerda un mal sueño. Ahora, eran ellos quienes ejercían el derecho de propiedad: de su tierra, de su trabajo y de sus almas; una nueva época nacía de las fantasías de antes y se materializaba frente a sus ojos al vertiginoso ritmo de la producción y del comercio; el ruido de las máquinas opacaba el recuerdo de los días de servidumbre mientras el futuro brillaba iluminado por tres lumbreras: libertad, fraternidad e igualdad…

Sin duda hay un matiz épico en muchas historias económicas. Parecen plantear la narrativa de que el progreso ha sido desde la opresión y la dictadura hasta la libertad del individuo que se alcanza con el capitalismo. Lo cierto es que la realidad es sustantivamente más compleja.

El ambiente romántico es, ciertamente, seductor. Sin embargo, debemos caminar en la dirección contraria porque necesitamos de un gran nivel de pragmatismo para afrontar los problemas que nos plantean las condiciones económicas actuales: entornos inflacionarios, exacerbada incertidumbre para los proyectos de inversión, mercados laborales volátiles y una demanda cada vez más cambiante.

Como contadores, no debemos olvidar que estamos para servir al desarrollo económico del país mediante la protección del patrimonio de nuestros clientes: en estricto sentido, la técnica contable misma tiene como eje los principios de la conservación del capital; es decir, de la correcta medición de la utilidad. También cumplimos con ese deber al asegurarnos de que la carga tributaria de los contribuyentes sea correctamente enterada y pagada.

Por tanto, nuestro rol es de vital importancia y constantemente nos exige estar a la altura de las circunstancias. Profesionalidad, ética y excelencia técnica son pilares de nuestro comportamiento, recordando siempre que trabajamos con negocios reales en los que tanto empresarios como colaboradores ven satisfechas sus necesidades diarias. Nuestra responsabilidad es con la continuidad o, en otras palabras, somos elementos indispensables para el cumplimiento de la hipótesis de negocio en marcha. Nuestro compromiso es con la práctica.

¡Asumir esa responsabilidad nos hace los profesionistas que nuestro país demanda! Tanto para personas físicas como morales, somos una garantía de cumplimiento y de medición real del progreso económico. Así que vivimos la peculiar situación de que nuestra "épica" se escribe con pragmatismo y resultados tangibles: ése es nuestro romance contable.